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TODOS SOMOS ANA es un Blog que puede ayudarte a comprender la vida desde un planteamiento integral y humanista-cristiano.
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Páginas
13/7/25
3º CORREO: ANA Y LA BELLEZA.
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12/7/25
2º CORREO: ANA SE HA ENAMORADO.
8/7/25
1º CORREO: ANA RECHAZA LA VIOLENCIA.
24/3/25
INTRODUCCIÓN DE ANA-UNA CHICA EN BUSCA DE SU IDENTIDAD.
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PRÓLOGO DE ANA-UNA CHICA EN BUSCA DE SU IDENTIDAD.
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55º CORREO: ANA Y LA SOBERBIA.
Mi querida Ana:
Tú eres grande en tu pequeñez y desde tus sueños puedes comprender que nadie te arrebatará los arpegios interiores que lanzan llamaradas sobre la árida existencia.
Tú eres tan magnífica como tus sueños y sólo tus sueños condicionan tus pasos y tu joven existencia….Si sueñas que el mundo puede cambiar entonces tus pasos se encaminarán a poner un grano de arena en la construcción de una sociedad más justa y fraterna. Si sueñas que tú has nacido para ser grande tus motivaciones e intereses irán a beber de la fuente que mana el conocimiento y lucharás con todas tus fuerzas para superar la mediocridad y aspirar a lo perfecto.
Me dices malhumorada que estás harta de tu soberbia y que te encantaría no ser así. ¡Cómo me agrada tu propio combate para luchar contra tus propias debilidades y tus propias limitaciones en un mundo cada día más satisfecho en su propia mediocridad!
Ana, en el cuento de Blancanieves y los siete enanitos, la madrastra era presumida y creía en su orgullo que no había nadie en el mundo tan bella e inteligente como ella. Quedó herida en su ego cuando descubrió que había otra más atractiva y la envidia más atroz la poseyó. Y decidió acabar con Blancanieves.
Y la soberbia es, en el fondo, la que nos envuelve a todos, desde el más chico al más grande.
La exigencia evangélica a vivir la humildad brota en toda su extensión como una urgencia para vivir en verdad.
Para vivir en verdad es necesario la corrección fraterna. La apertura al otro lleva necesariamente grandes dosis para purificar nuestras actitudes y conductas, palabras y sentimientos, proyectos y omisiones.
¡Qué difícil es abrirse a la corrección fraterna...! Cuando alguien nos critica nuestra primera reacción, en la mayor parte de las veces, es el malestar hacia esa persona, pero no olvidemos que sin esta corrección muchas dimensiones existenciales quedarán ocultas y seremos como la madrastra repelente, ensimismada en su ego y engañándose a sí misma en su orgullo.
Madre Teresa de Calcuta escribía en el año las Hermanas de su Congregación unas recetas de medios para ser humilde: “Hablar de sí tan poco como sea posible, ocuparse de sus propios asuntos, evitar la curiosidad, no querer arreglar los asuntos de los demás, aceptar las contradicciones con buen humor, pasar por alto las faltas de otros, aceptar el reproche aún cuando sea inocente, ceder a la voluntad de los demás, aceptar los insultos e injurias, aceptar ser desatendido y menospreciado, ser gentil y dulce aún cuando provoquen a uno, no buscar ser admirado y amado, no escudarse nunca tras la propia dignidad, ceder en las discusiones aún cuando uno tenga razón, elegir siempre lo más difícil...”.
Ana, cuando te encuentres a un hombre y a una mujer humildes te sugiero que les mires atentamente y te preguntes sinceramente qué es lo que los hacen grandes y los diferencia de otros muchos de tu entorno.
54º CORREO: ANA Y LOS EXTRANJEROS.
Ana, mi amiga:
Comentaba Gracián que “un hombre para serlo completamente, tenía que vivir tres vidas y emplear la primera en hablar con los muertos (leer); la segunda con los vivos (viajar) y la tercera, consigo mismo (reflexionar)”
Bien sabemos que la lectura nos reconcilia con la memoria colectiva y nos une al alma de los mejores hijos de la humanidad.
Bien sabemos que los viajes a otras culturas y países nos ayuda a tener una mirada universal y planetaria, ajena al fanatismo.
Bien sabemos que la reflexión y la meditación nos hacen saborear la vida y nos hace cada día más humanos, más sencillos y más tolerantes.
¡Cómo me gustan tus preguntas críticas con tu entorno! ¡Es el camino adecuado para ser tú misma y construir un mundo más acorde con “entrañas de misericordia y de humanidad” que tanto necesitamos para crecer!
Me dices que en tu barrio cada día se ven más gente de otras razas y de otras religiones. Y te preocupas por Andrés, un antiguo amigo de tu pandilla que se ha integrado en una patrulla de inspiración nazi. Además, sabes de muy buena tinta que ha llegado a torturar a un joven extranjero para poder entrar en ese movimiento.
El racismo es una lacra de la sociedad y un reclamo ideológico que impide la tolerancia y el respeto a los demás en este tiempo.
¡Cómo me gusta lo que has intentado aunque haya sido en vano! ¡Cómo me agrada lo que le has dicho: “no debes de tener una actitud beligerante y violenta con los otros, y que en una sociedad plural y democrática hay sitio para todos!
¡Me da pena, como te ocurrió a ti, la respuesta que te dio: “Todos los extranjeros son basura! Hay que echarlos del país”!
¡Ana, fuiste valiente a la hora de manifestar esas opiniones tan auténticas y tan llenas de sensatez, aunque la respuesta de Andrés fuera tan lejana a tus propias pretensiones! ¡Gracias por tu valentía y tu compromiso en esta sociedad tan propensa al pasotismo y al silencio!
Comparto contigo la creencia en el poder del amor. ¡Será el amor y la solidaridad los que triunfen en nuestro mundo!
Ana, el otro día leí este manifiesto que me parece ideal para ayudarnos a comprender que pertenecemos a un mundo cada vez más interrelacionado: “Tu Cristo es judío; tu coche, japonés; tu pizza, italiana; tu democracia, griega; tu café es brasileño; tus cifras son árabes; tu escritura, latina. Y tu vecino, ¿un despreciable extranjero?”