20º CORREO: ANA Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA.
INTRODUCCIÓN A 100 CORREOS PARA ANA
El encuentro fue “casual”. Un sacerdote chateaba por Internet y apareció “Ana”, una joven en busca de su identidad.
Estos correos son el fruto de una reflexión serena y un deseo sincero para transmitir a los jóvenes las preguntas, las dudas, las inquietudes y las posibles “búsquedas” en clave cristiana.
20º CORREO: ANA Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA.
Ana, ¡cómo me ha gustado
este correo electrónico tuyo! ¡Cómo he disfrutado enormemente cuando me dices
que Pepe, el misionero que ha visitado tu instituto, te ha dejado atrapada y te
ha hecho cuestionar vivamente la posibilidad de la vocación misionera! ¡Cómo el
Señor escribe en el corazón de los jóvenes en el momento más inesperado y más
sorprendente! Te
has preguntado cuál es la misión de la Iglesia católica en los lugares de misión y qué
hacen los misioneros y misioneras en los cinco continentes.
El
Papa Juan Pablo II invitaba a toda la Comunidad Cristiana
“a revivir la experiencia del Cenáculo, donde los discípulos “perseveraban en
la oración, con un mismo espíritu, en compañía de… María, la madre de Jesús”
(Hch 1,14)…”
El Papa deseaba que “en la
escuela de la Virgen
y siguiendo su ejemplo, toda Comunidad podrá cultivar mejor su dimensión
“contemplativa y misionera”, y, además, invita a “contemplar el Rostro de
Cristo con María.
Al
tiempo que la Iglesia
debe de contemplar el rostro de Cristo con María, también invitaba el Papa a
“imitar y amar el rostro de Cristo. Y además de CONTEMPLAR E IMITAR EL ROSTRO
DE CRISTO, la Iglesia
debe de ANUNCIAR el Rostro de Cristo…
El Papa afirmaba que “urge preparar
evangelizadores competentes y santos; es necesario que no decaiga el fervor en
los apóstoles, especialmente para la misión “ad gentes”… En definitiva, el
Mensaje del Papa invita a toda la
Iglesia a contemplar el rostro de Cristo para amarlo,
imitarlo, descubrirlo y anunciarlo a todos los pueblos. Y la clave de todo el
Mensaje es María. La Iglesia
aprende a ser contemplativa, evangélica y misionera en la escuela de María. Una
Iglesia más contemplativa será una Iglesia más santa y, por tanto, más
misionera.
Una Iglesia que no fuera
contemplativa, no sería creíble del Evangelio. “El futuro de la misión depende
en gran parte de la contemplación” (RM 91) y “el misionero es un testigo de la
experiencia de Dios” (RM 91). Una Iglesia que quiera ser
creíble actualmente necesita con urgencia la llamada a la santidad. “La
vocación universal a la santidad está estrechamente unida a la vocación
universal a la misión” (RM 90).
Una
Iglesia que pretenda ser fiel a Cristo, necesita anunciarlo a todos los
pueblos. La misión consiste en “comunicar a los demás la propia experiencia de
Jesús” (RM 24).
Ana,
frente a los nuevos desafíos que la
Iglesia encuentra en cada lugar para anunciar el Evangelio en
este siglo XXI, los cristianos tenemos que tomar conciencia de que es “LA HORA DE LA MISIÓN ”, sabiendo que ésta proviene del propio
mandato de Cristo a los Apóstoles.
Un amigo.
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