24º CORREO: ANA Y LA HISTORICIDAD DE JESÚS DE NAZARET.
INTRODUCCIÓN A 100 CORREOS PARA ANA
El encuentro fue “casual”. Un sacerdote chateaba por Internet y apareció “Ana”, una joven en busca de su identidad.
Estos correos son el fruto de una reflexión serena y un deseo sincero para transmitir a los jóvenes las preguntas, las dudas, las inquietudes y las posibles “búsquedas” en clave cristiana.
24º CORREO: ANA Y LA HISTORICIDAD DE JESÚS DE NAZARET.
Ana:
Hace días que no se nada de
ti. Quise respetar tus silencios y tus ausencias.
¡Si, convivir con los otros
también implica aceptar sus propias huidas y sus propios ritmos!
Esta
tarde, cuando abrí los correos electrónicos tuve una alegría inmensa al saber
de ti. ¡Tú eres alguien “muy especial” y mantener comunicación contigo es abrir
las puertas de mi corazón, de par en par, al mundo y a los jóvenes! ¡Gracias!
Me
decías malhumorada que había entrado un virus en el ordenador y había destruido
gran parte de tus archivos; y, lo más grave, te había tenido inutilizado la
comunicación a Internet. ¡Si, me hace gracia la comparación que haces de los virus
cuando afirmas que son como la “nada” en la “Historia Interminable”!
Y, hoy, como si tus grandes preguntas empezaran
a germinar en tu interior, me “provocas” con tu profundidad de siempre y me
preguntas sobre la historicidad de Jesús de Nazaret: ¿Realmente la transmisión
de Jesús de Nazaret en los evangelios es históricamente correcta?
¡Cómo me gusta que me hagas
esta pregunta! ¡Cómo me entusiasma que tus preguntas se hagan hirientes en tu
dentro e intentes buscar luz en medio de tus oscuridades e incertidumbres en
cuestiones de la fe!
Ana, hay que afirmar con
rotundidad que los evangelios no son una biografía de Jesús, ni un diario de
camino ni una “historia”. Los evangelios son, en síntesis, catequesis, escritas
por hombres de fe para otros hombres y mujeres de fe. El interés de Jesús de
Nazaret, su mensaje, sus hechos y palabras, sus encuentros liberadores con la
gente de su tiempo, etc, parten desde : todo
interesa “a la luz de ”.
Este planteamiento no quiere
decir que haya que desligitimar cualquier pretensión de basar la fe cristiana
en datos históricos fiables y fuera de toda discusión; al contrario, el que es
el Fundamento de la fe y ha sido Resucitado
es el mismo que vivió en Palestina y murió en la cruz.
Aunque nuestra aturdida
razón puede dudar de todo y dejar el pasado en desierto por nuestra pretendida
sospecha, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, apoyados por los más
serios exegetas e historiadores: la existencia histórica del mismo Jesús de
Nazaret; su muerte en la cruz bajo el mandato de Poncio Pilato; el hecho de los
milagros, signos que provocaron la atención de muchos en su tiempo; el uso del
término “Abba” para dirigirse al Padre; la cercanía y la acogida de Jesús con
los pecadores y marginados; la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios; el
bautismo de Jesús por Juan Bautista en el río Jordán; el fracaso externo de la
obra de Jesús, etc.
En definitiva, Ana, basar la
fe en el auténtico “Jesús histórico”, el mismo que ha resucitado, es el mayor de los retos y el desafío para ser
cristiano en una cultura cada vez más fragmentada y movediza.
Un amigo.
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