PRÓLOGO DE ANA, UNA CHICA EN BUSCA DE SU IDENTIDAD
PRÓLOGO DE ANA, UNA CHICA EN BUSCA DE SU IDENTIDAD
INTRODUCCIÓN A 100 CORREOS PARA ANA
El encuentro fue “casual”. Un sacerdote chateaba por Internet y apareció “Ana”, una joven en busca de su identidad.
¡Estos correos son el fruto de una reflexión serena y un deseo sincero para transmitir a los jóvenes las preguntas, las dudas, las inquietudes y las posibles “búsquedas” en clave cristiana.
Los jóvenes, esos seres inquietos e inquietantes con
los que a veces no se sabe que hacer. Pasotas unas veces, rebeldes otras,
confusos casi siempre. Difíciles de tratar por la familia y tan manipulables
para el grupo de amigos o la pandilla. Disponen de los mejores medios
educativos pero lo que aprenden no parece servirles para la vida, como si no
respondiese a sus inquietudes básicas. Decía Juan Pablo II en la Encíclica Novo
Millenio Ineunte que “A veces, cuando se
mira a los jóvenes, con los problemas y las fragilidades que les caracterizan
en la sociedad contemporánea, hay una tendencia al pesimismo”. No obstante, en el encuentro con ellos durante el Gran
Jubileo captó “el mensaje de una juventud
que expresa un deseo profundo, a pesar de posibles ambigüedades, de aquellos
valores auténticos que tienen su plenitud en Cristo”. Ese es el anhelo que
sintetiza Ana, la destinataria de los correos que le irán explicando y reconduciendo
esos deseos.
Pese a su lejanía, todavía recuerdo mi adolescencia
como un cúmulo de interrogantes, de experiencias, de sensaciones, de
descubrimientos, de anhelos, todo tan interrelacionado que buscaba
incesantemente en los libros pero no siempre hallaba la respuesta. ¡Ay si
hubiese encontrado respuestas adecuadas a tantos interrogantes! Pero sobre todo…
¡Ay si todos aquellos interrogantes me hubiesen sido aclarados desde la
dimensión religiosa! Pues bien, tenemos entre las manos uno de esos libros que
son como faros orientadores en la oscuridad de cualquiera de las muchas
dificultades, dudas, sombras con las que se topa un adolescente y a las que no
siempre ni sabe responder él ni sabemos responder los mayores. El sufrimiento
de los inocentes, el aborto, la violencia, el racismo, la injusticia, el
terrorismo, la eutanasia, la muerte...O simplemente sucesos maravillosos que
los deslumbran y los dejan tan a oscuras como antes. El enamoramiento, el amor,
la felicidad, la amistad, la sexualidad y también sus consecuencias la
tristeza, el miedo, el desánimo, la depresión. El mundo más allá de la
adolescencia: el trabajo, la política, el tener, la igualdad de la mujer, la
globalización, la muerte de los seres queridos, etc.
Y si decíamos al comienzo que los conocimientos
académicos no parecen servirles para la vida, ahora hay que añadir que los
adolescentes, pese a los años de catequesis de confirmación, no vuelven a la
parroquia. No obstante los jóvenes siguen llenos de interrogantes respecto a
Cristo y a la Iglesia
de cuya respuesta dependerá el desarrollo de su propia vida como persona
creyente. Como dijo Juan Pablo II, “Si a los jóvenes se les presenta a Cristo con su verdadero
rostro, ellos lo experimentan como una respuesta convincente y son capaces de
acoger el mensaje, incluso si es exigente y marcado por la Cruz ”
Ana, hija de una cultura laicista, se interroga sobre
el sentido de la vida, de la religión. Le impacta la figura de Jesús de Nazaret
pero no entiende la
Iglesia. Los maestros de la sospecha han sembrado su mente de
dudas razonables, pero que no dan respuesta a la identidad del ser humano. A lo
largo de esos cien correos a Ana se le
va explicando, en un lenguaje sencillo y hermoso, claro y lleno de contenido,
los supuestos fundamentales de la fe cristiana: La existencia de Dios, Jesús de
Nazaret, su historicidad y su resurrección. La Iglesia en sus luces y sus
sombras, su historia, sus papas y sus santos, su liturgia, las razones para
permanecer en ella. Los pecados capitales, la oración, el infierno, los deberes
humanos, la relación entre la fe y la razón, etc.
La dimensión evangelizadora de este libro es incuestionable. A través de las respuestas a
esas cuestiones fundamentales que surgen en la vida de los jóvenes, va
transmitiendo la fe en la vida concreta propiciando el conocimiento del
misterio de Cristo, del pecado y del perdón, y también del misterio de la Iglesia.
La primera vez que abres el libro corres el riesgo de
engancharte a él, de no cerrarlo hasta llegar al último punto final. Desde la
primera página hasta la última el interés de los temas que tratan Ana y el
autor nos lleva a leerlas de un tirón, porque bien seas una persona adolescente
o una persona adulta en cada página encuentras como un flash, una instantánea
de las cuestiones fundamentales que van surgiendo en la vida de cada día.
Después lo dejarás muy cerca, muy a mano porque cada día te plantea situaciones
nuevas que necesitas aclarar. Tal vez la cuestión no sea totalmente nueva, pero
sí las circunstancias en que las vives y volverás a releer aquella página que
te lo aclara, que te ilumina, que te permite afrontar la situación.
¡Ah!, cuantos padres y madres en conversación con
nuestros hijos llegaremos a cuestiones que nos resultan difíciles de explicar,
bien porque ni nosotros mismos lo tenemos claro, bien porque no nos resulta
fácil explicarnos, y entonces recordaremos a Ana y ‘ese libro que lo explica
tan bien’.
Mª Carmen Martínez Hernández.
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