Ana:
Hace unos días que apenas se de ti. Cada día miro el correo para ver si llega el tuyo y parece que has desaparecido en la inmensidad del silencio.
¡Estoy tan acostumbrado a tus correos que parece que falta algo en mí cuando no los recibo!
¡Te has convertido en una sombra que pone en movimiento mis propios secretos y tu vida se ha hecho tan familiar a la mía que parecen que tus experiencias e inquietudes son las mías por momentos!
¡De manera veloz vienen a mí tus propios suspiros de joven y me hacen estallar de inmediato para salir al paso de tu propia experiencia y ponerla en las manos de Dios para que se haga ofrenda agradable a Él!
¡En ti descubro a los jóvenes de tu generación que luchan por alcanzar la felicidad y se enfrentan a miles de inconvenientes y fantasmas interiores!
¡En Ti encuentro un alma gemela que me ayuda a concentrar mi oración diaria hacia los jóvenes de hoy!
Federico García Lorca, uno de los grandes poetas españoles del siglo XX, decía: “Hay almas que uno tiene ganas de asomarse a ellas, como a una ventana llena de sol". ¡Sin duda ésa eres tú!
Conozco personas que solamente sus palabras y su testimonio han hecho que mi espíritu crezca y que en mis sentimientos resurja la esperanza en medio de tantas vidas mediocres y vanas, insatisfechas y huidizas, trabajadoras del bienestar personal pero incapaces de mover un dedo por la dignidad del hombre y la justicia para todos.
Muchas personas han hecho brillar la esperanza más que todas las estrellas del cielo en la noche y han ayudado a otros cuando sus sufrimientos eran espantosos y su malestar enorme, pero a pesar de todo han podido confiar en el hombre, y han obtenido respuesta a su oración, creyendo con Gorge Meredith que “el que después de la oración abriga mejores sentimientos ha obtenido ya respuesta a sus súplicas”.
¡Si, Ana, almas de oro que sientan en sus fatigas el cansancio de una humanidad sufriente y dolida. Almas de oro que cabalguen por la senda del servicio y los caminos del bien.
Almas de oro que penetren en las entretelas de la historia y hagan estallar a pedazos el mal que se esconden en sus adentros. Hombres y mujeres que paralicen sin miedo el vendaval del egoísmo y sean capaces de purificar los cimientos de este mundo tan poco dado a querer.
Almas de oro que nos recuerden que "Hay hombres que luchan un día, y son muy buenos. Hay otros que luchan un año, y son mejores. Pero hay otros que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles” (B. Brecht).
Almas de oro que hagan dormir la injusticia y repartan amistad sin remedio.
¡Sí, "Dios no tiene necesidad de oro, sino almas de oro"!
¡Ana, hoy de manera especial he rezado por ti y por los jóvenes de tu generación!
¡He pedido que siempre tengas “alma de oro” y que nunca dejes de ser tú mismo, intensificando tu combate interior para ser cada día más auténtica y radiante interiormente!
Un amigo.
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