22º CORREO: ANA Y LOS MAESTROS DE LA SOSPECHA.
INTRODUCCIÓN A 100 CORREOS PARA ANA
El encuentro fue “casual”. Un sacerdote chateaba por Internet y apareció “Ana”, una joven en busca de su identidad.
¡Estos correos son el fruto de una reflexión serena y un deseo sincero para transmitir a los jóvenes las preguntas, las dudas, las inquietudes y las posibles “búsquedas” en clave cristiana.
22º CORREO: ANA Y LOS MAESTROS DE LA SOSPECHA.
Ana, ¡cómo me has domesticado! ¡Cómo me gusta que
mantengamos esta relación por correo electrónico, una de las maravillas de la
técnica moderna! Te noto
un poco “filosófica” en la última entrega y has manifestado que te han dejado
casi sin aliento los “maestros de la sospecha” en sus críticas contra la
existencia de Dios. Tus preguntas son hirientes y provocativas, incluso en lo
más profundo de las palabras “¿Cómo creer después de Freud, de Nietzsche, de
Marx, de Feuerbach?”. ¡Cómo te ha zarandeado interiormente la clase de
filosofía y ha cuestionado vivamente tus creencias!
El ateísmo es el fruto del desarrollo ideológico de
un sistema filosófico que desemboca en la negación de Dios. Pero no todas las pruebas o demostraciones de los
ateos más importantes (Marx, Sartre, Feuerbach, Freud..) llegan a hacer
cuestionable la existencia de Dios, pero no a hacer incuestionable la no
existencia de Dios, concebida como una Realidad Suprema que escapa a nuestras
categorías de espacio-tiempo.
Todos los pronósticos del fin de la religión han
sido fracasados. Ni la “superación de la religión” por el humanismo ateo
(Feuerbach), ni la “extinción de la religión” por el “socialismo ateo” (Marx),
ni la “disolución de la religión” por la “ciencia atea” (Freud) se han dado en
la realidad de manera contundente.
Los argumentos de la religión como proyección se
basan en un postulado sin fundamento. La “teoría de la proyección” (Feuerbach),
la “teoría del opio del pueblo” (Marx) y la “teoría de la ilusión” (Freud) no han demostrado que Dios es una
proyección del hombre, un consuelo interesado o una ilusión infantil.
También
el ateísmo vive de una fe indemostrable: la fe en la naturaleza humana
(Feuerbach), la fe en el futuro socialista (Marx) o la fe en la ciencia
racional (Freud).
En
el ateísmo científico se acaba afirmando que sólo tienen valor aquello que es
experimentable, y que todo lo que escapa a la experimentación se reduce a pura
ilusión. Y piensan que el lenguaje religioso son hipótesis para explicar lo
inexplicable y resolver los problemas, hipótesis que no pueden ser confrontadas
ni verificadas por el método científico, el único válido y reconocido como garante de verdad.
A
decir verdad, la ciencia, y también el propio planteamiento científico, tiene
unos elementos teóricos que son imposibles de contrastar empíricamente.
Hay
en el horizonte del conocimiento una tendencia a concebir una “visión
interdisciplinar de la realidad”, más allá de la propia visión del positivismo
científico como planteamiento dominante y exclusivo del análisis de la
realidad, tanto social como del hombre mismo.
Y
sin duda alguna, la propia dimensión religiosa da legitimidad, más allá del
método científico, a la búsqueda del sentido global y a la propia finalidad
direccional del mismo hombre.
Un amigo.
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