Ana:
El otro día pensaba en ti y en tu generación. Y me daba pena de tanta manipulación a la que son sometidos por los medios de comunicación.
Una chica que admitía una relación con su novio sin relaciones sexuales era abucheada y criticada sin piedad por los contertulios, y todos los espectadores, la mayor parte jóvenes, gritaba a coro, sin desmayo y sin disimulo: “Sexo, sexo, sexo”. ¡Pensé en ti y en los de tu generación que se ven sometidos a tales “adiestramientos”!
Y quise mandarte un correo para hablarte acerca de la sexualidad humana.
La sexualidad define a toda la persona en toda su vida y no puede ser reducida a la genitalidad. Podemos decir que el ser humano se hace en todo momento como hombre o como mujer en su relación con los demás.
Hoy asistimos en la cultura a una explosión de lo sexual y lo corporal, en ocasiones de proporciones no muy ajustadas. Los ritmos históricos se mueven a "golpes de péndulos", y probablemente de una época dominada por el decoro y el pudor, el disimulo y el ocultamiento del cuerpo hemos pasado a una época caracterizada por la provocación.
Pienso que el pudor de otros tiempos en torno a la genitalidad y la sexualidad no era sano, ya que potenciaba la creación de tabúes en esta dimensión humana tan vital para el ser humano, pero la vulgaridad, la reducción de lo sexual a lo genital y el trato tan poco delicado para analizar los problemas sexuales han llevado a entorpecer la superación "genitalista" de la dimensión sexual del ser humano, ya consensuada por la ciencia y las visiones antropológicas.
Con la excusa de informar a la gente "ignorante" y sacarla del oscurantismo que la cultura, en especial la religión, la han tenido a lo largo de siglos, muchos provocan la irritación en muchos padres de familia que quedan atónitos ante el trato tan poco digno para los temas sexuales, muchos adolescentes y jóvenes se sumergen en la curiosidad potenciados por la insinuación de muchos programas, muchos mayores se ruborizan y enmudecen cuando programas televisivos de audiencias multitudinarias frivolizan sobre el acto sexual de las parejas y sobre su vida privada.
Mientras tanto los discursos giran en torno a una preocupación por defender a los niños y los jóvenes de tanta violencia en los medios de comunicación y tantas escenas de cama en las pantallas, al tiempo que en la antropología se subraya el temor a reducir la sexualidad a la genitalidad y a mera manifestación fisiológica.
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